«UNA HISTORIA DEL MUNDO EN EL CINE»
A través del cine, utilizando el recurso de la elipsis, se podría trazar una historia de la humanidad. Es lo que he intentado hacer con las 14 acuarelas que se exponen en los cines Aragó de esta ciudad. Son esbozos, trazos con forma y color en los que he tratado de resumir al máximo los relatos, mucho más complejos, de las películas originales. He escogido estos títulos de acuerdo con IP, promotor de este proyecto, entre filmes clásicos, el más moderno data de los años 80. No he querido revelar los títulos a los que se refieren las imágenes y los breves textos que las acompañan, para que seáis los espectadores quienes participéis de este «divertimento», ya que se trata de cintas bien conocidas de grandes maestros del séptimo arte.
(Gabriel Alonso, Valencia – noviembre 2016)
ELIPSIS (por Gabriel Alonso: 1a parte)
Hace algunos millones de años, una intervención celestial hizo que unos animales bípedos aprendiesen a usar un hueso como instrumento. Así se abrió paso esa forma de inteligencia que llamamos humana.
Desde que la nueva criatura se dio cuenta de que tenía alma, se alzó la tiranía de los adoradores de ídolos. Ante uno de ellos llevaron a Sansón que había sido seducido por la pérfida Dalila. ¡Lo capturasteis viles filisteos, pero no pudisteis evitar que destruyera vuestro falso templo!
Algún tiempo después, Roma era la dueña del mundo conocido y… contra ella se alzó Espartaco, el gladiador. Quiso dirigir a los esclavos hacia la libertad,,y,sólo por emprender la lucha venció en un combate entre opresores y oprimidos que parece no tener fin.
Parece que fue ayer (¿qué son dos mil años en la historia de la evolución?) cuando vino El Hijo del Hombre a anunciar la llegada del Reino de los Cielos. Fue a causa de ello crucificado pero, tras resucitar, dijo a sus discípulos que los acompañaría hasta el fin de los tiempos.
En el año 1191 de Nuestra Era se reúnen en Sherwood los sajones oprimidos liderados por Robin. ¡Malvado príncipe Juan: acabarán pronto los desmanes de tus normandos traidores! Robin traerá de nuevo al buen Rey Ricardo y restaurará la justicia en Inglaterra.
También tú, Antonio Block, regresabas a tu país al finalizar las Cruzadas pero a ti te sorprendió la muerte negra. Te dijo entonces tu escudero las siguientes palabras: “Hubieras podido gozar de la vida despreocupándote de la eternidad” y cayó protestando en la nada mientras tú rezabas tus últimas oraciones.
Viajamos a un país lejano cuyo espíritu anticipa el futuro. Allí vivía Chihiro que tras la muerte de su hermano Taro y con su padre Hidetora desterrado y sumido en la demencia, pensaba asumir la jefatura de la casa de Higimonji. No esperabas la llave de tu cuñada, la viudita Kaede: tras ponerlo todo patas para arriba, te tomó por esposo y desencadenó la guerra que destruiría tu casa para satisfacer su sed de venganza.
Una Era convulsa se anuncia: En un viejo molino, un hombre de ciencia, el Dr Frankenstein , crea un ser hecho a su imagen y semejanza . No le gustó el fuego (aunque sí la luz ) a la nueva criatura cuya vida plagada de crímenes fue breve. ¡Caíste monstruo a manos de la turba enfurecida, pero dejaste escapar a tu alocado creador!
Mientras tanto un Nuevo Mundo se ha descubierto. Oleadas de cristianos lo colonizan, pero uno de los indígenas, Jerónimo, se alza contra los invasores . Este es el paisaje que los viajeros de una diligencia se encuentran cuando por una serie de circunstancias se ven obligados a atravesar el territorio en guerra . En el asalto sólo murió un caballero sureño y, por supuesto, un gran número de jinetes indios.
La Cruzada en nombre de la felicidad individual continúa y, con su impulso, llena de máquinas el Mundo (viejo y nuevo). En una de ellas entró un anónimo operario y salió transformado en un gràcil bailarín enloquecido. Sus compañeros lo persiguen mientras él los rocía con aceite de engrasar. Finalmente lo redujeron y lo llevaron a un hospital para alienados. Dicen que salió de allí y se convirtió en una estrella del Music Hall.
Quizá de ese espectáculo salieran los invitados de Don Edmundo . Gentes refinadas y juiciosas, lo que no fue impedimento para que quedaran encerradas en aquel salón víctimas de un sortilegio. Mas la Providencia hizo que sobrevivieran gracias al sacrificio de tres corderitos inocentes. El prodigio se repitió después en una Iglesia: los supervivientes y otras gentes más vulgares fueron afectadas afectadas por el mismo miedo a salir.
También sintieron miedo Joe y Gerald, dos testigos de un crimen mafioso, y se transformaron en Josephine y Daphne sin dejar por ello de tocar el saxo tenor y el contrabajo. En su loca huida encontraron el amor en la vocalista del grupo y en un atolondrado millonario que los sacó del apuro llevándoselos con su lancha.
Toda esta confusión y desmadre, la mezcla de los justos con los impíos, enojó al Señor Celestial . Contra esa plaga en la que se había convertido el ser humano, envió otra plaga: se calcula que varios millones de pájaros comenzaron a lanzar un ataque coordinado sobre la localidad de Bahía Bodega. Había comenzado el Fin del MundoE igual que los niños escaparon de la vieja escuela, partieron los hombres del planeta que había sido pasto de su codicia. El hueso arrojado con fuerza por el mono está a punto de caer, pero con la ayuda de Dios se convierte en la nave espacial que conduce a los elegidos hasta el Reino de los Cielos.
FIN
COMENTARIO DE LUCÍA VENUS
LA GRAN ELÍPSIS (INTRODUCCIÓN A LOS BOCETOS)
Welcome to Florida, la derramada (el misterio del tren y los perros fantasmas)
Emisión políglota
Como buen contrabandista, Arturo no corría riesgos innecesarios. Así que tocaba dieta integral. Hasta los copos. Apechugar, con muslo y retranca. Y una bala en la recámara. Ya lo dijo Matzinger, el del comando Z en los setenta. El primer robot tripulado por un ser humano, de marca japonesa, exclamaba: ¡mutación! Y sobrevenía el milagro de la creación humana magnificada. Hasta el hoy, que huele a esencia.
Que el amor os acompañe si vais vestidos de consenso. Reparad en la vertical. A la entrada y a la salida. Al inicio y al The End de esta exposición de Gabriel Alonso en conversaciones con Ignasi Piera para el vestíbulo del cine Aragó. La abre y la cierra la elipsis más grande de la historia del cine, 2001, una odisea en el espacio, ese largo metraje sobre la rebelión contra el ser humano, y es que Hal no era un cometa. O quizá era el más humano de todos. Irreal la psicodelia a la hora del despertar. Porque volver al punto de inicio habría sido una crueldad. Eso solo se le daba a Tarkovsky. Que nos acojan los cielos sin alienígenas.
Los demás cuadros son horizontales. El cine entre paréntesis, esa isla de almas perdidas, y una larga transición hecha película. Elipsis, eclipses, nos elipsamos. Un estado de ánimo, a contraclímax, tomando senderos arriba abajo con vistas al mar. Pura matemática, aunque parezca patín semántico. Una curva plana, simple y cerrada. Ese lugar geométrico de todos los puntos de un plano, tales que la suma de las distancias a otros dos puntos fijos llamados focos, es constante.
¿Qué sentido tendría andar preguntando por las estrellas a quienes no miran el cielo?hay tanta contaminación lumínica… Bueno, ¿qué esperabas? En el cine siempre se aborda el drama con distancia. Y nunca hay una postura cómoda para leer contra viento y marea. Lo menos cansado es mirar. ¿Cómo conseguir la foto cuando las cosas no salen porque el clima no acompaña…?
El guionista que miraelmón adorna con flores cuerpos hermosos y del guión a la pantalla habla de montaje y belleza. Aquí están Dalila, El rey Ricardo, Espartaco, Chihiro, Jerónimo, Chaplin, Franky, la bella lista y tantos más. En palabras de Gabriel Alonso “suministro épico de nuestro potaje contemporáneo”. El valor de la mujer; el de la inteligencia por encima de la fuerza; la rebelión del esclavo, la del robot y el sumiso. De pasada Pasolini el auténtico, que nos acompañará hasta el fin de los tiempos, pues la exposición, el tiempo diegético, puede durar una eternidad. En esta olla también está el niño aventurero que todos llevamos dentro, la voluntad de vencer a la muerte (sólo los artistas se salvarán). Y la belleza de la violencia, ese arma cargada de futuro, Shakespeare o una parábola del cine hecha de los mejores fragmentos, porque el monstruo es la película. Ya hubo uno que perdió los tornillos en su rechazo al maquinismo. Si miran bien, el menú también propone una pesadilla atractiva, la perfección cómica de un malvado realizador o el Apocalipsis total. Menudos pájaros. Si eres niño estás perdido. Pide postre.
El pintor pinta una película sobre tantos pintores. Diez, nueve, ocho, siete… ¿Comandante? Es hora de abandonar la cápsula si se atreve. Orfeo es tan ruidoso… que sólo uno saltó. Ya lo sabía Mickey cuando se fue a la luna con el pato y un ladrón. No había oxígeno suficiente. Pero él era superratón. Ojalá pudiera usted ver lo que diviso desde aquí. Dígale a mi esposa que la amo, ella sabe. Hay que tener sangre fría para ser astronauta. Y esto es un boceto. Aunque podría ser una hoja en blanco. Todo es verdad y es mentira.
Gabriel Alonso y el caos donde mejor se encuentran las cosas hace del oleaje muestra pintando a izquierda y derecha. Como Vermeer, como Rembrandt, Caravaggio, Hopper o Bacon. Alonso huyendo del terciopelo azul. Una gran película pintada a mano. Como fue en el principio. “Elipsis, una Historia del mundo en el cine” está creada entre los árboles de hoja caduca, la guía del Everest, la araña negra, los hijos muertos, los tontos y una senda marcada por las huellas del escarabajo con la idea de ser cómic. Un sampler de amor. La Arquitectura del mundo como nos la ha contado el cine clásico, se entiende, en el primer aniversario de un templo de luz, segunda vida de una constelación con nombre colectivo.
Una exposición de acuarela y altas revoluciones. ¿Acaso hay película sin guión como vida sin trama? La elipsis, esa esencia, no como temática sino como técnica. Una cuestión más que de estructura, como una crónica de equipo con actos, secuencias, giros, nudos, conflictos y resoluciones. ¿Una evasión es victoria? La metamorfosis misma de la historia desarrollando el poema. Desde Apolonio de Perge, una arquitectura de la percepción.
¿Recuerdan aquella escena, tan viril, parábola del viaje, superación de obstáculos, que es la vida? Montados en la diligencia, la épica de vencer a los malvados, y el espectador que cree que un tren se les viene encima. Una película en la que mueran más indios es difícil de encontrar. Pauta y previsión, como Prometeo, la de los que reparten el carbón para la máquina.
En el cine hay quien se tapa los ojos para encubrir el horror, también la luz. Despierta, mi bien. Porque aquí no estamos hablando de Ford sino del centinela, del hueso que lanzó Arturo. ¿Prudencia o experimento? Lo siguiente es una eternidad en los límites del silencio, el infinito. Y del hueso, esa morada celestial, a la galaxia, varias vías lácteas y un solo pero gran paso. Salir de la vida, como los parlamentarios, igual que entraron. Con panas y a lo loco. Y que patino en el olvidar. Y Charlie que pierde los papeles mientras baila y se le escucha una única vez balbuceando un lenguaje que nadie comprende. Menudo vicio, la del séptimo.
Arthur C. Clarke, nuestro Arturo, el rey del guión de Kubrick, había profundizado en la tecnología del radar después de la Segunda Guerra Mundial. Y John Henry, el remachador del ferrocarril, desde la mnemotécnica, desafió a la máquina que quería suplantarle a una carrera. La ganó el humano, ese animal positivo, por un clavo. Y fue entonces cuando la nave puso rumbo a Júpiter. Bienvenidos a Florida, que diría Jim Jarmusch.
Lucía Venus